martes, 10 de junio de 2008





El "Palais Ideal" es la cacofonía hecha arquitectura, el sueño de la locura convertido en arena y piedra y fósil por unas manos que quizás una vez habitaron en otro lugar, en otro tiempo y trajeron consigo los recuerdos atávicos de ese palacio sin nombre que ilustra el mar remoto de todos los subconscientes.

Él era un cartero francés llamado Ferdinand Cheval y suyo es este Palacio Ideal, improbable simbiosis entre pirámide, castillo, templo oriental o arboleda druídica, tan bello y demencial como las nostalgias feéricas que lo inspiraron
.
Permanece escondido y casi ignoto en un rincón de los Alpes, al contrario que la obra de su hermano espiritual, Gaudí. Pero su laberíntica belleza permanece incólume, al igual que las palabras que a ella dedicó su propio arquitecto:


"¿Qué hacer caminando eternamente a través del mismo decorado, a menos que uno sueñe? Yo soñaba. Para distraer mis pensamientos construía en sueños un palacio de hadas... con grutas, torres, jardines, castillos, museos y esculturas."

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