jueves, 2 de agosto de 2007

El Osario de Sedlec


La Realidad no sólo supera a la Ficción en ocasiones; a veces, se convierte en Ficción.



El cristianismo, cimentado sobre las miasmas de la muerte y carente de sentido sin ella, es el argumento, autor y obra de las más bellas y mórbidas obras de arte en torno al culto de los difuntos.

Pero los laberintos de las catacumbas, la capilla de San Severo y sus cadáveres petrificados, las inquietantes estatuas del Père Lachaise o las reliquias orgánicas de los santos no se pueden comparar al osario de Sedlec. Porque esta obra maestra de lo macabro no es sino una capilla enteramente decorada con los restos mortales de más de 40.000 personas. Hay un escudo de armas óseo, custodias hechas de huesos, ornamentaciones tales como guirnaldas y pináculos y por último, una impresionante lámpara de araña esquelética.


¿Que dirían las 40.000 almas allí recogidas de ver sus huesos dispuesto en artísticas combinaciones?


En todo caso, nunca el peso de la vida mortal se expresó con tanta contundencia.

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